Con la difusión de internet y crecimiento exponencial de las redes sociales, padres, especialistas y gobiernos están preocupados por el fácil acceso de los jóvenes a material pornográfico en línea.
En agunos países han “resuelto” el problema mediante censura y bloqueos automáticos de la red, en otros los padres tienen acceso a una serie de controles de seguridad para la navegación.
En estos días, Reino Unido debate una propuesta para restringir automáticamente el acceso a material para adultos, que sólo podría ser desbloqueado mediante una solicitud explícita. Sin embargo, estas propuestas levantan de nuevo la polémica sobre si el internet debe o no ser regulado. Varios expertos le explicaron a BBC las posibles soluciones.
Jim Killock, activista por la libertad en internet del Open Rights Group, asegura que filtrar los contenidos por defecto es una forma de censura, que no es simple y no funciona técnicamente.
“Además es argumentar que el Estado sabe lo que es mejor”, explica.
Killock dice que en caso de que se establezcan bloqueos automáticos basados en palabras clave, aún así es probable que un chico de ocho años logre encontrar material para adultos. No obstante, los filtros predeterminados podrían bloquear muchas cosas que los adultos querrían ver y “el gobierno no debe estar facultado para censurar a los adultos”.
“En términos prácticos, proteger a los niños se tendría que hacer en los navegadores y equipos, no se puede confiar en las redes”, ya que -explica- existen herramientas para encriptar los datos (como las usadas por los bancos) para evitar que el navegador sepa el sitio que estamos visitando.
Además, dice, el enfoque de un “estado niñera” haría que los padres se sintieran seguros, le haría pensar que alguien se está haciendo cargo del problema, pero en realidad, sería profundamente irresponsable porque no se podría proteger a los chicos más vulnerables.
La parlamentaria británica Andrea Leadsom, asegura que es necesario un cambio drástico para dar la capacidad a los padres de controlar el acceso a la pornografía.
“A menudo los niños son las personas más conocedoras en el hogar, en términos de informática, y hay múltiples puntos de acceso a internet en casa, por lo que incluso si los padres son extremadamente hábiles, luchan por estar siempre al corriente”, dice. Para Leadsom el problema no se limita a la pornografía, sino al acceso a sitios con contenido que puede resultar dañino como el que se refiere a autolesiones, anorexia, sitios para fabricar bombas o para promover el suicidio.
“La sociedad siempre ha sostenido que es derecho de los padres proteger a sus hijos -decidir cuándo y lo que comen, cuando van a la cama- pero con este ‘salvaje oeste’ que se ha desarrollado, los padres no son capaces ni tienen el tiempo para hacerlo. Con los televisores habilitados para navegar en internet que están llegando estarán completamente perdidos”. Ella insiste en que las cosas se podrían cambiar de dos maneras: bloquear los sitios a nivel del proveedor de internet desde el momento en el que se contrata el servicio o dejar de utilizar los nombres de sitios .com e instaurar los .18, .explicito o .xxx.
Pero para introducir una nueva terminología web se requiere un cambio estructural en la industria. Así como hay organismos que regulan el contenido obsceno en el mundo “no en línea”, cree que internet podría utilizar el mismo mecanismo.
En la actualidad, lo normal es que los controles de contenido estén desactivados de origen. Pero muchos padres no saben como activarlos.
Algunos proponen que los filtros sean automáticos y que se sólo se pueda obtener material para adultos si uno elige desactivarlos. “Pero se corre el peligro de que eso de a los padres una falsa sensación de seguridad”, dice Reg Bailey, de la Unión de Madres en el Reino Unido y autora de un informe de 2011 sobre la sexualización de los niños.
Ella prefiere la “elección activa” en la que se les da a los padres la posibilidad de elegir cuando compran un dispositivo si desean activar material para adultos. Bailey insiste en que aunque ningún filtro es 100% efectivo, la elección activa podría animar a los padres a hablar de sexo y pornografía con sus hijos, explicar que el porno no es el mundo real en el que se construyen las relaciones.
“Necesitan hablar de estas cosas para dar a sus hijos una fortaleza emocional”, dice. “Desgraciadamente muchos padres están asustados del mundo en línea”. Además, asegura que no se trata sólo de luchar contra la pornografía, sino de detectar el problema de sexting y material enviado por correo electrónico.
“Casi un tercio de material pedófilo es auto-generado por los jóvenes. La imagen sexualizada en la publicidad y las vallas publicitarias se ha convertido en la imagen de fondo de nuestras vidas”, explica Bailey.
La autora de los blogs “El mito sexual” y “Belle de Jour”, Brooke Magnanti, no tiene claro cuál es el punto a discutir: “Parece haber un consenso general de que el porno es malo y debemos hacer algo. Pero no hay claridad sobre cuales son los efectos malos que ocasiona. ¿Es que los chicos tengan sexo a edad temprana?”.
Magnanti explica que internet cambió la manera de tener acceso a la pornografía, pero el contenido no ha cambiado tanto a través de los años.
“Hay un montón de pornografía decente pero la gente ya no está acostumbrada a pagarla. La pornografía gratuita ha empujado agresivamente a un mínimo común denominador del porno”.
Más allá de lo que sucede en internet, dice, habría que prestar más atención a los mensajes que reciben de las revistas y la publicidad.
“La pornografía es fantasía, pone por delante el hecho de no es realista. Mientras que Glamour y otras revistas dicen que puedes obtener un cuerpo como ese en dos semanas. Eso es una mentira”. Su preocupación es que la sugerencia de que los padres usen filtros les puede dar una forma de evitar tener una conversación con sus hijos sobre pornografía.
“Pueden apagar el internet, pero la pornografía no va a desaparecer”, concluye.
“Para la gran mayoría de los jóvenes, el porno es un ritual de paso”, explica Sonia Livingstone, profesora de Sicología Social de la universidad británica London School of Economics. “Sin embargo, internet ha hecho que la pornografía sea mucho más diversa y extrema”.
“Para la gran mayoría de los jóvenes, el porno es un ritual de paso”
Sonia Livingstone, sicóloga social
Y advierte que eso puede ser peligroso para una minoría vulnerable, a la cual la pornografía en internet puede llevarla más allá de las expectativas normales a un comportamiento sexual abusivo. “La percepción media es que todos los jóvenes miran porno en internet. Pero mi estudio sugiere que sólo un cuarto de los chicos entre 9 y 16 años han visto imágenes sexuales y sólo 11% en sitios web”, dice.
Además, dice, no se puede culpar directamente a la pornografía por la presión sobre los adolescentes sobre las expectativas sexuales.
La solución para ella sería una política de “elección activa” -cada suscriptor de internet debe poder tomar una decisión.
“Estamos acostumbrados a las herramientas de spam y antivirus y no nos preocupamos más por ellos. Necesitamos la misma herramienta para el porno. Sin embargo, que sea censurado automáticamente es innecesario”.
Livingstone explica que la pornografía no forma parte de la educación sexual y nunca se habla de lo que se encuentra en internet.
“Padres y maestros a menudo se avergüenzan de hablar de ello. Las clases de salud y educación social serían el lugar lógico para discutir la pornografía en internet”, dice.
“La gente necesita reconocer que la pornografía es la representación de una terrible violencia sexual, donde las mujeres reales se ven perjudicadas. No son sólo imágenes. Si no tuviéramos la misoginia, no tendríamos esas representaciones de mujeres lastimadas”, asegura Julie Bindel, activista y escritora feminista.
“La gente necesita reconocer que la pornografía es la representación de una terrible violencia sexual”
“Se trata de misoginia y de crear un ambiente que se convierte en una parte normalizada de la cultura popular, que es inaceptable – que la gente espera que las mujeres se involucren en actos de humillación y dolor”, insiste. Bindel asegura que la pornografía en internet no es lo mismo que hace diez años, ya que ahora es anónima y no se necesita permiso para acceder a ella.
Sin embargo, no confía en la censura de parte del Estado porque no cree que compartan la opinión sobre lo que es aceptable y lo que no.
“La legislación sería de ayuda. Tiene que tipificarse normas contra la incitación a la violencia sexual o la incitación a la violencia contra la mujer, similar a las leyes contra la incitación al odio racial”, explica. El profesor de leyes en London School of Economics, Adrew Murray, explica que técnicamente se puede aislar a un país de la pornografía en línea a través de una enorme muralla de seguridad aunque es extremadamente caro.
“Países como Arabia Saudita y China tienen firewalls muy caros para impedir la entrada de material obsceno”, explica. “Sin embargo, con lo que se encuentra La Gran Muralla Tecnológica China es con piratas cibernéticos y activista que pasan su tiempo construyendo rutas para pasar a través de ella”.
“La legislación no es una buena opción, es un instrumento muy contundente”
Murray hace una comparación con la manera en que se intenta combatir las imágenes de abuso infantil: si uno navega y encuentra imágenes de ese tipo puede informar a las autoridades, quienes revisan y bloquean el contenido. Pide imaginar lo que ocurriría si se intentara hacer eso con todas las imágenes pornográficas. “La mayoría de los sitios web porno tienen domicilio en Estados Unidos y la Primera Enmienda protege la libertad de expresión – la pornografía que involucra a adultos no se puede considerar obscena”, dice.
“¿Y dónde se traza la línea? (…) con alguien como el fotógrafo Robert Mapplethorpe se volvería muy problemático – ¿es arte o pornografía?”.
En el pasado se reguló la oferta de pornografía mediante una legislación en la que sólo se podía obtener porno a través de ciertas rutas. Sin embargo, explica, ahora el problema es que cualquier intento de construcción de barreras -como firewalls- sería muy caro, probablemente no funcionaría para aquellas personas que tienen conocimientos técnicos y es legalmente problemático.
Según Murray, legalmente es posible que las personas elijan si quieren o no tener acceso al material pero habría que hacerlo compatible con las leyes que aseguran el derecho a la libertad de expresión
“La legislación no es una buena opción, es un instrumento muy contundente. La mejor manera de abordar el tema es educar a los padres que a veces no comprenden que las redes sociales tienen mucho contenido sexualizado a disposición de los niños”, explica.
“Ver el acto sexual no es perjudicial, es muy normal e incluso podría ser útil para los jóvenes. Sí, hay ciertos tipos de pornografía como una violación que están mal, pero el principio de ver a las personas teniendo sexo no es perjudicial”, asegura Johnny Anglais, exactor pornográfico y exprofesor.
“El problema no es el porno, es nuestra falta de madurez para lidiar con el sexo”
Sin embargo, asegura, que el problema es que en ciertos países es algo de lo que no se habla y si se hace, es sólo de una manera cómica e inmadura. Insiste en que, por ejemplo, los holandeses tienen muchos menos embarazos adolescentes porque sus padres hablan con los niños de sexo. “Después de comer, beber y respirar, la satisfacción sexual es una de nuestras necesidades esenciales”, dice. “El problema no es el porno, es nuestra falta de madurez para lidiar con el sexo”.
Fuente